ENTORNO: Almodóvar, Santa María de Trassierra,
Sierra Morena cordobesa.
LONGITUD:
Unos
18km. Ida y vuelta. El Sendero es lineal.
DIFICULTAD: Baja,
PARTICIPANTES: Solo siete. el tiempo y sobre todo el domingo de carnaval ha dejado atrás a muchos.

Sencillo sendero y cómodo, sino fuera por el ambiente húmedo y umbrío que a decir de Antonio se apreciaba en todo el camino.
El Sendero transcurre por el GR 48, comenzando en Almodóvar, desde la finca de Villalobillos, y continuando por la Vereda de la Porrada hasta Santa María de Trassierra.
La entrada a la Finca Villalobillos nos conduce a unas tierras de extensos prados
ganaderos en sus alrededores, sin embargo la pared de piedra compañera a la
izquierda de nuestro trazado marcará la dirección correcta.
Hay que prestar atención en este punto pues al pasar la portera de entrada,
unos 500 metros después nos desviamos a la izquierda dejando en lo alto la
cortijada de Villalobillos. Nos volvemos a olvidar de la pista asfaltada pero
ahora sí, caminamos entre pastizales. El ganado vacuno acostumbrado a la
presencia humana curiosea al paso del senderista.
La dehesa cercana que irá apareciendo tímidamente a nuestra izquierda es
conocida como la Huerta de los Ídolos, puesto que en este lugar se han
encontrado numerosas figurillas ibéricas o ídolos. Contemplando los extensos
prados con fértiles pastos nos dejamos llevar a la infancia de nuestra historia
y entenderemos que el hombre buscara lugares como estos para establecerse desde
muy antiguo.

Entramos en la finca La Porrada, siempre acompañados por la pared de piedra
que poco a poco irá cambiando su material calizo por otros pizarrosos y más
oscuros. Hemos dejado atrás los palmitos, los naranjos, el paisaje de la vega,
las calizas. Salimos del término municipal de Almodóvar y entramos en el de Córdoba.
Comenzamos a recorrer un escenario distinto: la sierra. Sin embargo van a
continuar sucediéndose humildes olivares de escaso rendimiento complementado
con la ganadería. El ascenso hasta el cortijo de La Porrada debe de tomarse con
tranquilidad, disfrutando de las jóvenes dehesas en buen estado en las que nos adentramos.
A lo lejos, allá en la vega, queda la silueta del cerro y castillo de Almodóvar
que se dibuja por entre las encinas. Durante la subida la vegetación va ganando
cobertura, a veces las encinas que escapan y se aventuran a los bordes del
camino cobijan un matorral de solana dominado por retama y matagallos.
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